Los trabajadores de la agroindustria azucarera en Bartolomé Masó tienen el reto de echar a andar su fábrica para el 2024 y celebrar así, con molidas, el centenario de la primera zafra realizada en el territorio.
No es la primera vez en su historia que el central masoense detiene su maquinaria, solo que esta vez lo hizo con la amenaza que representa el continuo deterioro que dan casi cien años de existencia.
Ante tales agravantes desde que se determinó su paralización, la prioridad ha sido conservar cada pieza y avanzar todo cuanto se pueda en el proceso de reparaciones, comentó el Ing. José Carlos de los Ríos Pacheco, Director de la Empresa Agroindustrial Azucarera Bartolomé Masó Márquez.
El directivo agregó que se hace todo lo posible por garantizar la materia prima necesaria que propicie el arranque en 2024, pero si esta no es suficiente para hacer azúcar, al menos se molerá con la finalidad de obtener otras producciones alternativas como mieles y alcoholes.
El déficit de caña se esgrime cada año como razón principal del incumplimiento de planes y pronósticos en el central masoense, sin embargo, en sus últimas moliendas sus parámetros de eficiencia tampoco dejaron mucho que desear.
Tal vez la prolongada espera y las acciones realizadas en cada línea de la fábrica contribuyan con el propósito de consolidar una industria comprometida con su desarrollo y el avance de todo un país.
Los trabajadores de la agroindustria azucarera masoense mantienen una gran deuda con su pueblo y la máxima dirección del país, cuyo abono depende de la reactivación de una fábrica paralizada desde hace ya un par de años.
Lo cierto es que cada vez que el Bartolomé Masó se inhabilita, no solo la economía del territorio se resiente, sino también una sociedad acostumbrada al bagacillo en las calles, al sonido de la locomotora y al fuerte pitazo de una industria que por casi 100 años no ha hecho otra cosa que incrementar su historia, tradición y cultura en esta región.